[Articulos individuales de la edicion de Intersecciones de Primavera 2020 se publican en este blog cada semana. La edicion completa puede ser encontrada en MCC’s website.]
Mientras trabajaba como personal de la oficina del CCM en Washington a fines de la década de 1990, entré en la oficina del senador Arlen Specter de Pensilvania para hablar sobre la Campaña Jubileo 2000. Este movimiento dinámico abogó por cancelar las deudas masivas que los países de bajos ingresos tenían con las naciones ricas e instituciones monetarias internacionales. Le pregunté al asistente del senador si había recibido cartas de Menonitas sobre el Jubileo 2000. Agitó su mano consternado y asintió vigorosamente con la cabeza diciendo: “Tenemos muchas cartas; no necesitamos más. ¡Estamos al tanto!”.

Esta respuesta positiva fue un cambio notable. Cuando llegué a Washington con el CCM por primera vez en 1995, el Congreso se mostró hostil a cancelar estas deudas. Mis colegas de incidencia me dijeron:, “Podemos hablar con la Administración sobre esto. Podemos hablar con el Banco Mundial. ¡Pero no deje que el Congreso sepa que estamos promoviendo la cancelación de la deuda porque odian esta idea!”.
La Campaña del Jubileo 2000 cambió eso. La campaña se originó con un llamado
de la Conferencia de Iglesias de Toda África, que identificó el hito milenario que se aproximaba como una oportunidad para aplicar el año bíblico del Jubileo en el que las deudas son perdonadas y las personas reciben un nuevo comienzo en la vida. Su llamado fue asumido por Christian Aid y otros en el Reino Unido, por una coalición basada en las iglesias de los Estados Unidos llamada Jubilee 2000 USA que incluyó al CCM y, en última instancia, por unas 60 campañas en todo el mundo.
El Jubileo 2000 movilizó a personas de fe de una amplia gama de grupos religiosos participantes: la Iglesia Católica, las principales denominaciones protestantes, las iglesias de paz y las evangélicas, así como las organizaciones judías y musulmanas. Las encuestas indicaron que la idea de la cancelación de la deuda para los países pobres nunca fue popular entre la sociedad estadounidense en su conjunto-las iglesias y organizaciones religiosas abrazaron e impulsaron este esfuerzo.
La oficina de Washington del CCM movilizó a sus constituyentes Menonitas y formó parte del Comité Ejecutivo del Jubileo 2000. El CCM tuvo un impacto importante en los formuladores de políticas debido al tiempo y esfuerzo que dedicó a esta iniciativa ecuménica, pero aún más porque las personas anabautistas “en las bancas” optaron por alzar la voz en nombre de las vecinas y vecinos necesitados.
El tiempo relativamente corto que llevó aprobar la legislación de cancelación de deuda sorprendió a muchos en Washington. El senador Ted Kennedy le preguntó a un destacado activista del Jubileo cómo pudieron tener éxito en solo unos pocos años, señalando que generalmente esperaba un proceso de reforma de al menos diez años. El representante Spencer Bachus, en ese momento presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara y líder republicano que respaldaba la legislación, agradeció a los defensores del Jubileo 2000 por “darme la oportunidad de hacer el tipo de cosas por las que vine a Washington con la esperanza de lograr”.
Gracias a su trabajo [la incidencia en la cancelación de la deuda], Uganda ahora tiene clínicas médicas con personal médico y medicamentos que no existían antes y escuelas con docentes y libros de texto que no tenían antes. Hoy hay niñas y niños vivos por lo que han hecho.
–Charlotte Mwesígye, Jubílee 2000 Uganda
Uganda fue el primer país al que se le cancelaron sus deudas. Las iglesias ugandesas y la sociedad civil se unieron para garantizar que el dinero ahorrado por la cancelación de la deuda se dedicara a los esfuerzos de reducción de la pobreza. Crearon una red de monitores en toda Uganda a nivel de aldeas para asegurarse de que los presupuestos para la educación, atención médica y otros servicios sociales se incrementaran. En 2000, la coalición estadounidense Jubilee trajo a Charlotte Mwesigye, la coordinadora de Jubilee 2000 Uganda, a los EE. UU. para hablar con las iglesias de todo el país sobre su impacto. Ella dijo algo que nunca olvidaré: “Quiero que entiendan lo que ha logrado su trabajo”, nos dijo. “Gracias a su trabajo, Uganda ahora tiene clínicas médicas con personal médico y medicamentos que no existían antes y escuelas con docentes y libros de texto que no tenían antes. Hoy hay niñas y niños vivos por lo que han hecho”.
Ese logro pertenece a las personas Anabautistas en los EE. UU. cuyas cartas abrumaron la oficina del senador Specter y a las personas de fe atentas que se tomaron el tiempo para “hablar por la causa de las personas indigentes y por todas las necesitadas” (Prov. 31: 8-9). El Jubileo 2000 vio a muchas personas Ana bautistas en los Estados Unidos abordar a funcionarios públicos, algunas quizás por primera vez. Fue una demostración extraordinaria de que abogar por políticas públicas humanas puede salvar y transformar muchas vidas. Esa convicción continúa hoy entre las personas Anabautistas que abogan por políticas y acciones gubernamentales compasivas para poner fin a la pobreza mundial y de los EE. UU., presionar por la justicia racial, revisar un sistema de inmigración roto y proteger los derechos de las personas Soñadoras y los solicitantes de asilo. Durante este momento difícil en nuestra vida nacional en los Estados Unidos, la Campaña del Jubileo 2000 puede ser un recordatorio y un estímulo de que mucho es posible, aún queda mucho por hacer y aún se puede cosechar mucho fruto para la justicia y compasión en nuestra nación y el mundo.

Martín Shupack es director de incidencia del Servicio Mundial de Iglesias. Trabajó con la oficina del CCM Washington, D.C. de 1995 a 2005.