[Articulos individuales de la edicion de Intersecciones de Primavera 2020 se publican en este blog cada semana. La edicion completa puede ser encontrada en MCC’s website.]
Parte del plan estratégico del CCM para los próximos cinco años es “diseñar y evaluar el programa y operaciones del CCM a la luz de nuestro compromiso de cuidar la creación de Dios y acompañar a las comunidades marginadas dañadas por el cambio climático”. ¿Porque es esto importante? En pocas palabras, las personas con las que Jesús nos llamó a servir y caminar son las más afectadas por los desastres causados por un clima cambiante. Las personas pobres, las vulnerables, las personas sin un respaldo de seguridad-son las personas que sufren cuando se producen sequías, cuando aumentan los niveles del mar, cuando los zancudos portadores de enfermedades amplían su área de alcance.
Si bien nadie puede escapar del mal tiempo, algunas personas estamos en mejores condiciones para responder. Como Peter Dula, profesor asociado de religión y cultura en la Eastern Mennonite University, indicó en un resumen reciente de los enfoques Ana bautistas para el cuidado de la creación: “Holanda tiene diques. Bangladesh tiene inundaciones”.

Las predicciones de las personas científicas sobre un clima que cambia rápidamente están demostrando ser correctas. Mientras tanto, la crisis climática está afectando a las comunidades vulnerables en las que trabajan el CCM y sus organizaciones asociadas. La crisis climática significa no solo eventos climáticos extremos más numerosos e intensos, como huracanes, inundaciones y sequías-la crisis climática es también uno de los motores (entre otros) de la migración masiva y el conflicto.
El CCM trabaja con comunidades vulnerables para desarrollar aún más su capacidad de adaptarse a la crisis climática mediante la ampliación de innovaciones que les permitan ser más resistentes al cambio climático y ambiental. En Zimbabue, por ejemplo, el CCM apoya sistemas de cultivo intercalados resistentes y agroecológicamente sensatos que aumentan la seguridad alimentaria a través de pruebas experimentales de cereales y legumbres dirigidas por las personas agricultoras y mediante el cultivo de cosechas resistentes a la sequía utilizando técnicas de conservación del suelo y agua como la agricultura de conservación. La construcción de sistemas de extensión agrícola resilientes impulsados por las personas agricultoras aumenta su capacidad para innovar, mejora la fertilidad del suelo, diversifica la producción y mejora la nutrición humana y animal.
A través de estos sistemas de cultivo intercalados innovadores, sostenibles, asequibles, accesibles, replica bles y resistentes, las personas agricultoras a pequeña escala pueden minimizar el impacto de las plagas inducidas por el clima, como el cogollero del maíz, el barrenador del tallo del maíz y las malas hierbas invasoras. Usando la llamada tecnología “apestosa y pegajosa”, basada en una comprensión profunda de la ecología química, la agrobiodiversidad y las interacciones de planta a planta e insecto a planta, las personas agricultoras siembran un campo de cereal con un cultivo intercalado leguminoso repelente (apestoso) como Desmodium uncinatum, con una planta trampa atractiva como el pasto Napier (pegajoso) sembrado como cultivo fronterizo alrededor del cultivo intercalado. A través de esta tecnología, las comunidades vulnerables pueden controlar las plagas y malas hierbas inducidas por el clima de maneras ambientalmente amigables que construyen la solidaridad comunitaria.
Debemos hacer la conexión entre el cambio climático y nuestra teología de la paz. En pocas palabras, nuestros estilos de vida, incluyendo nuestra adicción a los combustibles fósiles, violentan a las personas más vulnerables y marginadas de todo el mundo.
Si bien la resiliencia y la construcción de la capacidad de adaptación son los medios preferidos para abordar el impacto del cambio climático, el CCM reconoce que a veces los impactos están mucho más allá de las capacidades de afrontamiento de las comunidades afectadas. En la región de Afar, en Etiopía, el impacto del cambio climático es tan grave que no es posible cultivar. Los pastoralistas en estas comunidades sobreviven criando animales como cabras y camellos. Desafortunadamente, las sequías crónicas extremas debidas al cambio climático en la región de Afar están provocando sed humana y animal, hambre crónica, desnutrición y, a veces, la muerte.
El CCM está respondiendo en Afar transportando camiones con agua para consumo humano y animal, proporcionando forraje de emergencia y vacunas para animales junto con asistencia alimentaria para humanos. El CCM también está apoyando proyectos sostenibles e innovadores que mejoran el acceso al agua. Así, por ejemplo, el CCM está trabajando con una organización asociada local llamada APDA en la construcción de pozos de vapor en forma de cúpula que cosechan agua del vapor volcánico que se mueve a través de una falla en la tierra y escapa a través de los respiraderos.
Si bien todas las personas sienten el impacto de la crisis climática, las mujeres pobres comúnmente enfrentan mayores riesgos y mayores cargas por el cambio climático. Derechos restringidos a la tierra, canales limitados para influir en las esferas de toma de decisiones políticas y falta de acceso a recursos financieros, capacitación y tecnología, obstaculizan la capacidad de las mujeres para adaptarse al cambio climático. El CCM trabaja para garantizar que las mujeres tengan acceso, control y poder de decisión sobre los recursos del proyecto. El CCM también trabaja con hombres que defienden la igualdad de género y que crean espacios seguros para que los hombres de su comunidad cultiven masculinidades saludables, ayudando a garantizar que los esfuerzos de empoderamiento de las mujeres sean exitosos y bien recibidos. El CCM reconoce que aprovechar la sabiduría y liberar el conocimiento, experiencia y capacidad de las mujeres son esenciales para crear soluciones efectivas al cambio climático en beneficio de todas las personas.
En Canadá y EE. UU., el CCM realiza esfuerzos de mitigación del cambio climático, que incluyen presionar a la iglesia para que adopte una vida simple y cuide la creación de Dios y preste atención a los impactos de la crisis climática, particularmente en las personas pobres y vulnerables. El CCM también aboga por políticas gubernamentales que busquen desacelerar la crisis climática. El CCM se asoció recientemente con Eastern Mennonite University y Goshen College para fundar el Centro de Soluciones Climáticas Sostenibles para fomentar el pensamiento y acción dentro de las comunidades religiosas en la mitigación del cambio climático.

Como Ana bautistas, ha llegado el momento de reconocer que una respuesta fiel a nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo significa abordar las causas profundas de nuestra crisis climática. Debemos hacer la conexión entre el cambio climático y nuestra teología de la paz. En pocas palabras, nuestros estilos de vida, incluyendo nuestra adicción a los combustibles fósiles, violentan a las personas más vulnerables y marginadas de todo el mundo. Como está abundantemente claro a lo largo de la narración bíblica, a Dios le importa toda la creación, especialmente las personas más vulnerables entre nosotros y nosotras. ¡Qué podamos hacer lo mismo!
Eric Kurtz es director ejecutivo de MCC Great Lakes. Vurayayi Pugeni es director de área para programas del CCM en África meridional.
Tema sobre “Respondiendo al cambio climático’: lntersections: Teoría y práctica trimestral del CCM. 5/3 (Verano 2017). Disponible en: https://mcc.org/media/resources/7125.
Sitio web: Center for Sustainable Climate Solutions
Dula, Peter. ‘Anabaptist Environmental Ethics: A Review Essay.” Mennonite Quarterly Review. 94/1 (January 2020): 7-37.