[Articulos Individuales de la edicion de Intersecciones de primavera del 2019 se publican en este blog cada semana. La edicion completa puede ser encontrada en MCC’s website.]
Tanto los grandes actores del desarrollo, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), como las pequeñas organizaciones basadas en la comunidad, como muchos de los asociados del CCM, ofrecen la igualdad de género como una respuesta a una amplia gama de males sociales frente a los desafíos continuos. El CCM afirma los principios básicos de la igualdad de género, tales como igualdad de acceso para mujeres y niñas a la educación, oportunidades económicas y recursos. Sin embargo, sigue habiendo una desconexión entre las perspectivas teóricas de los financiadores sobre la igualdad de género y la capacidad de las organizaciones locales para diseñar e implementar proyectos que tomen en serio el género. En su mayor parte, las organizaciones locales están dispuestas a trabajar por la igualdad de género; la desconexión, entonces, ocurre debido a expectativas poco realistas de los donantes que se traducen en un diseño de proyecto ineficaz a nivel local. En este artículo, examino los desafíos que las organizaciones asociadas camboyanas del CCM han enfrentado al involucrar a organizaciones de financiamiento en el diseño e implementación de proyectos de desarrollo que buscan abordar la igualdad de género.
Durante más de tres décadas, gran parte del trabajo del CCM se ha llevado a cabo principalmente a través de asociaciones con actores locales (iglesias, organizaciones comunitarias y más). Más recientemente, otros actores del desarrollo también han comenzado a afirmar que las asociaciones locales son fundamentales para la transformación de la comunidad. Sin embargo, el modelo de asociación trae sus propios desafíos, incluyendo el desafío de cómo las agencias de financiamiento comunican varias expectativas a sus asociados locales. Un ejemplo particularmente pertinente es la dificultad de traducir las expectativas con respecto a la igualdad de género en el diseño e implementación del proyecto, con brechas continuas entre las expectativas de los financiadores, por un lado, y la realidad de las organizaciones asociadas locales, por el otro.
A medida que los esfuerzos de desarrollo se profesionalizan cada vez más, vienen con un vocabulario cada vez más complejo. El vocabulario especializado puede crear barreras significativas para las organizaciones asociadas locales. Estas barreras son particularmente altas para el lenguaje con relación a los aspectos de género de los proyectos. Por ejemplo, una reciente convocatoria de propuestas de un financiador externo al CCM solicitó que los proyectos sean idealmente “transformadores de género” en lugar de “sensibles a las cuestiones de género”. Esta selección de vocabulario llevó a la confusión y aprehensión por parte de la organización asociada del CCM de que su proyecto no sería aprobado si no era considerado como “transformador de género”. Si bien la organización asociada realmente valora los objetivos detrás de este término, temían que su propuesta no fuera seleccionada para su financiamiento porque no habían utilizado la terminología exacta del financiador.
Cuando los conceptos relacionados con el género no son claros o están mal definidos, se vuelven inaccesibles para las organizaciones asociadas locales que participan en el diseño del proyecto, lo que desalienta a quienes están mejor posicionados para estructurar los proyectos de manera que respondan a las necesidades de las mujeres y niñas. Gran parte del lenguaje de desarrollo está basado en el inglés, lo que presenta barreras significativas para los profesionales del desarrollo en pequeñas organizaciones locales debido a los desafíos en la traducción de conceptos a diferentes contextos culturales y lingüísticos. Este desafío no se limita a cuestiones de desarrollo relacionadas con el género, sino que se manifiesta claramente en este espacio. Por ejemplo, varias organizaciones camboyanas con las que el CCM se asocia tienen pocas personas empleadas que hablan inglés, por lo que los conceptos e ideas que no son fáciles de traducir al jemer siguen siendo inaccesibles para gran parte del equipo. Esta experiencia ha sido referida como la “intraducibilidad de conceptos” (Footitt, Crack and Tesseur, 2018). La lengua jemer, por ejemplo, no incluye términos separados para género, sexo o feminismo. Normalmente, cuando las organizaciones camboyanas asociadas del CCM informan cómo se están considerando las cuestiones de género en la planificación e implementación del proyecto, usan términos en inglés. Se vuelve difícil para todo el equipo del proyecto entender completamente cómo el análisis de género está configurando el diseño e implementación del proyecto, ya que gran parte de la información está sujeta a traducción y contextualización. Para enfrentar tales desafíos, Footitt, Crack y Tesseur recomiendan un trabajo más intencional en torno al lenguaje y conciencia cultural entre los equipos del programa, así como recursos específicos para el apoyo lingüístico de los proyectos. El CCM podría realizar un trabajo adicional para aclarar las expectativas sobre cómo se llevan a cabo las conversaciones sobre género y brindar capacitación al personal de la organización asociada sobre lo que queremos decir cuando hablamos de género.
Este desafío del lenguaje se ve agravado por las diferencias en las expectativas culturales en torno al género. La igualdad de género es un tema, a menudo delicado, por lo que la imposición de la comprensión de los financiadores extranjeros sobre la igualdad de género plantea desafíos particulares. Puede ser difícil equilibrar el respeto por las conductas y prácticas culturalmente integradas relacionadas con el género, al tiempo que se mantiene el compromiso de no reforzar involuntariamente los sistemas injustos que niegan la libertad y agencia de las mujeres. El importante diferencial de poder entre las agencias de financiamiento (como el CCM) y las organizaciones asociadas de base comunitaria significa que los asociados trabajarán arduamente para satisfacer las expectativas de los donantes. En el peor de los casos, este deseo de complacer a los donantes puede resultar en proyectos que pueden marcar todas las casillas correctas para el donante, pero, cuando se ponen en práctica, no abordan realmente la desigualdad de género. Los proyectos diseñados para los financiadores versus aquellos que realmente abordan la desigualdad son demasiado comunes.
La dinámica de poder se siente aún más en lo que las organizaciones asociadas locales pueden experimentar como un doble estándar para los financiadores y sus asociados locales. Recientemente, una organización asociada del CCM en Camboya preguntó por qué los financiadores requieren que las organizaciones locales aborden la igualdad de género en el diseño y contratación de personal del proyecto cuando los financiadores no practican la igualdad de género en sus propias prácticas de contratación de personal. Esta conversación apuntó a los dobles estándares entre las organizaciones asociadas locales y las instituciones de financiamiento en torno a la rendición de cuentas respecto a ciertas prácticas. Este doble estándar hace que la organización asociada local desconfíe del financiador. También comunica que el género no es realmente importante para el financiador, independientemente de la retórica utilizada.
El abordaje de las dinámicas locales de género en el diseño, implementación, y monitoreo y evaluación continuos de los proyectos de desarrollo es esencial para el éxito a largo plazo de los proyectos. Al mismo tiempo, los proyectos de desarrollo que incorporan conceptos de género poco comprendidos en su diseño simplemente para cumplir con los requisitos de los donantes no producirán un cambio sostenible. La forma de trabajar con organizaciones locales de una manera que aborde la igualdad de género de una manera contextualizada representa un desafío continuo para las organizaciones tales como el CCM. No hay soluciones perfectas para este reto. Dicho esto, un punto de partida importante es el conocimiento del idioma utilizado cuando se comunica con las organizaciones asociadas locales. El idioma debe ser completamente accesible para los asociados locales; de lo contrario, carece de significado al tiempo que refuerza la dinámica de poder desequilibrado. Además, si las agencias de financiamiento presionan a las organizaciones asociadas locales para la paridad de género dentro de sus organizaciones, deben tratar de seguir los estándares de igualdad de género en su propio personal. La atención continua a la igualdad de género realmente tiene el poder de transformar las sociedades. Sin embargo, si las expectativas y comportamientos de los financiadores no responden a las capacidades de las organizaciones asociadas locales, será imposible para los proyectos abordar de manera sostenible la desigualdad de género.
Tyler Loewen es coordinador de planificación, supervisión, evaluación e informes del CCM Camboya.
Aprende Más
Footitt, Hilary, Angela Crack and Wine Tesseur. Respecting Communities in International Development: Language and Cultural Understanding. Arts and Humanities Research Council June 2018. Disponible en: https://www.chsalliance.org/files/files/ Listening_zones_report_-EN.pdf.