Cerrando el círculo: comunicaciones responsables en un mundo conectado digitalmente

[Articulos Individuales de la edicion de Intersecciones de Otoño del 2018 se publican en este blog cada semana. La edicion completa puede ser encontrada en MCC’s website.]

En marzo, poco después de que un grupo del personal del CCM viajara a Siria, el Director Ejecutivo del CCM Canadá, Rick Cober Bauman, escribió una reflexión sobre la historia y la foto de una mujer que conocimos. Utilizamos un seudónimo para proteger su identidad. Cuatro días después, recibimos un correo electrónico de los representantes del CCM en el Líbano y Siria en el que nos informaba que la mujer, Rahaf Abdo, había visto la historia en Facebook (después de que una amiga la compartió con ella) y escribió para solicitar que usáramos su nombre completo.

Fue un cambio fácil de hacer, pero un buen ejemplo de cómo la narración cambia en un mundo más conectado digitalmente. El CCM ha reflexionado durante mucho tiempo sobre las historias que contamos y el papel que desempeñan las organizaciones asociadas y participantes en la conformación de esas narrativas: las nuevas formas de comunicación digital provocan una nueva consideración a tales preguntas. El CCM tiene la oportunidad de escuchar directamente cómo las personas que aparecen en nuestras historias las ven. Esta será una lección especialmente valiosa para un equipo de comunicaciones, y una organización que es abrumadoramente blanca y de Canadá y EE. UU.

Durante muchos años, las historias el CCM narró se distribuyeron principalmente en forma impresa y en persona (por ejemplo, en reuniones de la iglesia). Cuando había retroalimentación de la gente en las historias, llegaba mucho más tarde. Hoy es fácil para las personas que aparecen en las historias leer las publicaciones y artículos y ver los videos que hemos hecho sobre ellas — y que esas personas nos digan lo que piensan.

Esta puede ser una experiencia positiva para todas las personas cuando las historias se cuentan bien. Cuando compartimos en Facebook la historia de Boniface Anthony, un hacedor de paz en Nigeria, comentó en la publicación, escribiendo: “Gracias CCM por compartir mi historia, espero que esto inspire a otras personas a unirse al tren de la construcción de paz”.

Pero el compartir historias en línea también puede llevar a lecciones dolorosas, algunas veces aprendidas públicamente. Recientemente publicamos una historia sobre una escuela que reúne a estudiantes que son ciudadanos judíos israelíes y palestinos de Israel. El titular original de la historia fue “Los niños judíos y árabes aprenden juntos”. Cuando la historia se publicó en Facebook, dos comentaristas criticaron el titular. Uno no estuvo de acuerdo con el uso del término general árabe porque consideró que borraba las identidades palestinas de los niños, mientras que el otro sentía que el titular comparaba incorrectamente una religión (judaísmo) con una nacionalidad o etnia (árabe). Después de conversaciones internas entre Comunicaciones y el Programa, eliminamos la historia, reevaluamos el lenguaje y escribimos un nuevo titular.

Recibir las críticas públicamente en las redes sociales o en la web por errores de comunicación no nos hace sentir bien. Pero la oportunidad de obtener esa retroalimentación rápida y directamente de las personas que aparecen en nuestras historias, o que forman parte de esas comunidades, es una oportunidad importante para mejorar las comunicaciones del CCM.

La comunicación en línea también brinda oportunidades para que las organizaciones asociadas internacionales del CCM compartan sus historias directamente —para que el CCM amplifique sus voces y al mismo tiempo cuente la historia de colaboración del CCM con ellas. Esta es un área donde el CCM puede y debe mejorar. Hemos comenzado a compartir más historias en línea y en las redes sociales del personal y de participantes en programas de intercambio para adultos jóvenes. Pero este contenido sigue consistiendo principalmente en historias de todo el mundo contadas por personas de raza blanca en Estados Unidos y Canadá. El CCM podría buscar y compartir más contenido creado por las organizaciones asociadas locales del CCM y participantes en nuestros programas (aunque eso, por supuesto, significaría dedicar parte del tiempo limitado y recursos del CCM para la comunicación de dichos esfuerzos). En ocasiones, hemos utilizado contenido producido directamente por las organizaciones asociadas, fotos de Siria, por ejemplo. Pero hay espacio para mejorar en este aspecto.

El internet continúa rompiendo las barreras entre las organizaciones y las personas con las que trabajan y sirven. El CCM necesita continuar lidiando con la pregunta de cuánto podemos o debemos moldear la narrativa y cuánto dejar de lado y permitir que las personas y comunidades con las que trabajamos informen nuestras historias y cuenten sus propias historias.

Emily Loewen es coordinadora de contenido digital para el CCM.

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