[Articulos Individuales de la edicion de Intersecciones de verano del 2018 se publican en este blog cada semana. La edicion completa puede ser encontrada en MCC’s website.]
Imagina que tienes que sentarte y lidiar con un conflicto serio con un miembro de tu familia o hacerle frente a un amigo lastimado por algo que dijiste o hiciste. La conversación entre ustedes dos va a ser difícil. Ahora, imagina una habitación o lugar en el cual preferirías tener esa interacción. ¿Cómo se vería, sentiría y olería ese espacio? ¿Cómo podría influir ese espacio en cómo te sentirías, pensarías y actuarías, tanto durante como después de la conversación? La gente rara vez nota, y mucho menos piensa conscientemente, el impacto que el diseño espacial—ya sean edificios, habitaciones o espacios al aire libre—tiene en su bienestar físico, mental y emocional. Sin embargo, la arquitectura y el diseño importan, incluso cuando se consideran cuestiones de justicia y encarcelamiento masivo. ¿Cómo podemos diseñar espacios que fomenten la rendición de cuentas y la transformación?
La arquitectura y el diseño de la justicia sirven como representaciones visuales de las teorías de la justicia. Por ejemplo, el juez sentado en un estrado elevado en el tribunal simboliza el poder y experiencia del juez. La defensa y la fiscalía sentados lado a lado, sin darse la cara entre sí, sino de cara al juez, insinúa la naturaleza competitiva del proceso de justicia. Las víctimas de crímenes observan los procedimientos judiciales desde la parte posterior de la sala del tribunal, detrás de una barrera, físicamente marginadas de forma paralela a la exclusión de sus experiencias y necesidades del proceso de justicia.
La arquitectura y el diseño de las instalaciones correccionales también comunican. La Penitenciaría del Estado del Este en Filadelfia, construida a principios del siglo XVIII por reformadores de prisiones ofrece un temprano ejemplo del vínculo entre el diseño y la teoría de la justicia. La celda para una sola persona con una puerta baja y una ventana de techo solitaria que se abría hacia el cielo estaba diseñada para aislar y humillar al recluso para facilitar la penitencia. Hoy, diseños de prisiones más modernos han intentado ir más allá de los modelos de prisión de bloques de celdas—unidades largas que albergan a cientos de privados de libertad en múltiples niveles de celdas, áreas comunes con muebles pesados atornillados al piso y materiales de construcción que consistenen poco más que cemento, acero y ladrillo—a la creación de entornos más hogareños con muebles cómodos y móviles, colores agradables y menos personas. Si bien el modelo de bloque de celdas transmite un mensaje punitivo y marginado a través de su arquitectura de depósito, los diseños de la prisión más modernos apuntan a normalizar el entorno penitenciario, lo que facilita la rehabilitación de los privados de libertad y facilita su reinserción en la sociedad.
La arquitectura y el diseño afectan nuestro bienestar, incluyendo nuestra salud social, mental y emocional. Las prisiones no son excepciones. El acceso a espacios pequeños y flexibles, por ejemplo, facilita una mejor comunicación y apoyo social en tiempos de crisis. La privacidad hace posible que las personas puedan lidiar con los daños sociales, reflexionar sobre sus vidas y revitalizarse después de períodos de intensidad. Considerables investigaciones muestran que la interacción con la naturaleza, incluso a través de una ventana, puede mejorar la salud física y el estado de ánimo y reducir la depresión y ansiedad. La investigación realizada específicamente en el entorno correccional muestra resultados similares para las personas encarceladas, especialmente en lo que se refiere a la interacción con la naturaleza a través de programas hortícolas y de jardinería. Mi propia investigación con mujeres privadas de libertad descubrió que ven la naturaleza como una característica crítica del diseño de espacios en los que pueden cumplir objetivos personales y de rehabilitación. Las mujeres también deseaban espacios hogareños con una variedad de habitaciones y espacios (tanto interiores como exteriores) para la socialización y privacidad.
El impacto del diseño de las instalaciones en los empleados correccionales también recibió atención reciente, incluso del Instituto Nacional de Justicia. El trabajo correccional es estresante y peligroso. La investigación revela que muchos oficiales de seguridad y correccionales experimentan problemas de salud mental en forma de depresión, ansiedad, sintomatología de trauma, abuso de sustancias y suicidio. El diseño de las instalaciones tiene el potencial de aumentar estos resultados por la forma en que puede aumentar el riesgo de asalto y limitar la privacidad y tranquilidad. La investigación sugiere que el personal correccional de todo tipo desea áreas en las que puedan descomprimirse, especialmente espacios al aire libre con árboles, agua y flores. Este tipo de espacios tiene una buena posibilidad de disminuir el estrés, dada la evidencia de que el simple hecho de ver un mural de naturaleza reduce las frecuencias cardíacas y el estrés entre el personal correccional encargado de las admisiones.
Privado, hogareño y basado en la naturaleza no son palabras usadas típicamente para describir las instalaciones correccionales. Sin embargo, tenemos razones para creer que los espacios con tales características de diseño pueden ayudar en un proceso de rendimiento de cuentas que surge de la reflexión, la transformación de la victimización previa y la mejora de la salud mental. Haríamos bien en considerar cómo renovar y volver a visualizar el diseño de espacios correccionales para servir mejor a los objetivos de justicia. No podemos, sin embargo, simplemente hacer que las instalaciones correccionales sean más bellas y salutógenas, al mismo tiempo que retengamos el mensaje subyacente de castigar por castigar. Diseñar para la rendición de cuentas, transformación y humanización requiere algo más que simplemente hacer que el bloque de celdas se sienta más hogareño o sentado en jardines dentro de los confines de una cerca de alambre de púas. El encarcelamiento masivo dentro de las instalaciones correccionales mejor diseñadas sigue siendo encarcelamiento masivo. Tenemos el reto de comenzar de cero, examinar los objetivos de la filosofía de la justicia deseada y diseñar nuevos espacios con esos objetivos en mente. Una sociedad centrada en la rehabilitación de personas que comenten crímenes probablemente no diseñaría cárceles en absoluto, incluso en los momentos en que pueda justificarse una separación temporal de la comunidad.
Además, enfrentar la crisis del encarcelamiento masivo implicará enfrentar el impacto deshumanizante de la arquitectura y el diseño a nivel de la calle. Los llamados “bloques de un millón”—es decir, ciudadelas en bloques en los que se gasta un millón de dólares al año encarcelando a sus ciudadanos—normalmente se caracterizan por campos secos y polvosos, terrenos baldíos y sitios industriales, todos vacíos de espacios verdes. De hecho, el diseño de encarcelamiento, marginación y deshumanización comienza en el hogar.
Este artículo comenzó con una invitación a considerar un espacio en el que usted podría enfrentar un conflicto serio o enfrentar a alguien a quien ha lastimado. Probablemente sea seguro suponer que no imaginó nada punitivo en el diseño, y mucho menos nada acerca de una instalación correccional. ¿Qué podemos aprender de su espacio sobre cómo diseñar espacios de justicia en los cuales aquellas personas que ofenden criminalmente pueden dar pasos hacia la rendición de cuentas y transformación de la experiencia?
Barb Toews es profesora asistente en la Universidad de Washington Tacoma. Es autora del Pequeño Libro de Justicia Restaurativa para Personas en Prisión.
Aprende Mas
Toews, Barb. The Little Book of Restorative Justice for People in Prison. Intercourse, PA: Good Books, 2006.