Hace poco dirigí a estudiantes universitarios en un ejercicio que comparaba dos mapas fascinantes (consulte la barra Aprende más al margen para ver los enlaces). El primero, un mapa de la ruta del Oleoducto Dakota Access Pipe Line (DAPL por sus siglas en inglés) cerca de la reserva Standing Rock en Dakota del Norte, fue creado por los contribuyentes al sitio web del Atlas Des-colonial. Los nombres de los lugares están escritos en la lengua lakota, con las cuatro direcciones representadas por la rueda de la medicina. El sur está en la parte superior y el norte en la parte inferior, al revés de lo que estoy acostumbrado a ver, pero una costumbre común de Lakota. El segundo es un mapa de la ruta DAPL a través de Dakota del Norte creado por Energy Transfer Partners, la empresa matriz del oleoducto que ya transporta crudo de la lutita Bakken en Dakota del Norte a las refinerías de Illinois. El Norte está arriba. Los límites del condado y del estado están claramente marcados. La ruta DAPL y las ubicaciones de las terminales son prominentes, con otros nombres de lugares apenas legibles. Una comparación de estos dos mapas es un estudio convincente de orientación y desorientación, qué es lo que se comunica y a quién y qué es lo que los creadores de mapas consideran importante y sin importancia.
En el mes de septiembre de 2016, me fui a los campamentos de Standing Rock formados en un intento no violento de protestar la DAPL como miembro de la delegación de colonos menonitas de la Coalición Desmantelando la Doctrina del Descubrimiento. A la llegada, mi mapa del mundo fue puesto patas arriba (o quizás al lado correcto). Ya no estaba en un espacio dominado por la gente blanca. Había diferentes protocolos sociales a seguir, así como diferentes entendimientos del mundo físico-espiritual. Las personas voluntarias trabajando en la cocina servían comida primero a los ancianos como señal de respeto, luego a aquellas personas que esperábamos en la fila. El fuego en el centro del campamento no era para charlar como en una hoguera: era un fuego de oración sagrado para ofrecer tabaco.
La oración era física y una fuente de poder, encarnada en la ceremonia, en caminatas de oración diarias hacia el sitio de construcción de la DAPL e incluso en acciones como encadenarse al equipo de construcción. “Le temen a nuestras oraciones”, me dijo una mujer con naturalidad, explicando el por qué la policía estatal y las fuerzas privadas de seguridad de la DAPL no estaban interrumpiendo el campamento esa semana. En contraste con la cultura dominante donde casi nada es gratis, todo el campamento operaba con una economía de regalos. No se intercambió dinero y se compartió todo, desde alimentos hasta suministros. Cuando llegamos al campamento al caer la noche, descubrimos que una mujer ya había preparado una carpa para nosotros. Ella nos recibió, diciendo: “Sabía que gente vendría esta noche y que necesitaría un lugar para quedarse”. Estábamos acampados en la primera línea de la destrucción y, sin embargo, estábamos en un territorio descolonizado, un lugar que estaba experimentando una sanidad profunda de siglos de capitalismo y colonización.
La diferencia más llamativa entre el territorio descolonizador y el mundo al que estaba acostumbrada era cómo la gente hablaba sobre el agua. Michael Sharpfish, de 23 años, descendiente de Sitting Bull, contó cómo vino a proteger el río Missouri porque el agua es sagrada. Él sabe cuán preciosa es el agua porque creció en una reserva sin agua potable. Michael repitió la simple frase, que se había convertido en el grito de guerra en Standing Rock: “El agua es vida: ¡Mni Wiconi!”. “Somos el río, y el río somos nosotros”, Donna Brave Bull Allard escribió sobre por qué fundó el Campamento Piedra Sagrada que oró para que los otros campamentos de Standing Rock brotaran a la existencia y resistencia. “¿Por qué haríamos daño a nuestra hermana, o a nosotras/os mismas/os, al canalizar petróleo tóxico debajo del río? No podemos separarnos del agua; ella es sagrada y está muy viva, junto con el resto de la tierra”.
En el campamento Piedra Sagrada, me di cuenta de que la desconexión destructiva entre las actuales percepciones colonizadoras y las indígenas del mundo no es nada nuevo para el pueblo lakota. Recuerdan la larga historia de conquista como si hubiera sucedido ayer, así como aún recuerdan los nombres que sus antepasados le dieron a la tierra y lugares sagrados. El nombre del campamento Piedra Sagrada proviene del nombre lakota para el río Íŋyaŋwakağapi Wakpá, “Piedras que hacen un río para sí mismas”, llamado así por las piedras redondas que se formaron en la confluencia con el río Missouri antes de que la represa del Missouri fuera construida. La gente llamaba a estas piedras Iŋyaŋ Wakháŋagapi Othí, “Piedras Sagradas”, usándolas en oración y ceremonia, y viéndolas como llenas de espíritu, como parte de todas nuestras relaciones, así como el río, las plantas y los animales.
Cuando los exploradores y colonizadores europeos llegaron por primera vez a la región, también vieron las piedras esféricas del río formadas por las agitadas aguas en la confluencia del río Missouri. Pero en lugar de piedras sagradas, ¿qué vieron? Piedras en forma de balas de cañón. Vieron las piedras como municiones para la guerra, por lo que rebautizaron Íŋyaŋwakağapi Wakpá, río Cannonball [Bala de Cañón] ¿Piedras sagradas o balas de cañón?
La perspectiva forma la práctica, desde el cambio de nombre del río Cannonball a la expedición de 1874 que condujo a la fiebre del oro y la incautación ilegal de Black Hills por parte del gobierno de EE. UU. (una zona que el pueblo lakota consideraba sagrada) hasta la represa más reciente del Río Missouri por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército en la década de 1950. La presa hidroeléctrica inundó los cementerios ancestrales y áreas de cosecha de plantas medicinales. La gente dice que muchos ancianos murieron de angustia cuando vieron las tierras inundadas. Esta historia en la tierra de Lakota revela la perspectiva colonizadora en la cual la tierra y el agua son recursos para ser explotados y extraídos. Desde una perspectiva indígena, la tierra y el agua son parientes vivos para ser respetados y protegidos, regalos sagrados del Creador inseparables de nuestras propias vidas. Dos percepciones muy diferentes, dos mapas muy diferentes del mundo.
Esta historia de la diferencia de percepción se remonta a la Doctrina del Descubrimiento, si no antes, cuando el imperialismo globalizado nació en Europa bajo la bendición del cristianismo constantiniano. La Doctrina del Descubrimiento fue y es una profunda invalidación de las cosmologías indígenas y las formas de relacionarse con el mundo no-humano desarrollado a lo largo de siglos de aprendizaje de cómo vivir en un equilibrio sustentador de la vida. Estados Unidos, después de haber asumido la propiedad de las tierras indígenas a través del “derecho del descubrimiento”, impuso y continúa forzando sus mapas abstractos y percepciones del mundo sobre las patrias que ya habían sido nombradas e íntimamente conocidas. Y ahora las empresas impulsadas por los beneficios, como las que construyen la DAPL, gozan de libertad para hacer lo mismo, con consecuencias peligrosas. Como el cambio climático, el agotamiento de los recursos y la pérdida de la diversidad biológica y cultural en todo el mundo testifican, los mapas colonizados que se cimientan sobre el mundo sofocan toda la vida. Sin embargo, incluso el cemento puede romperse.
Sin duda, un paso hacia el desmantelamiento de la Doctrina del Descubrimiento será desmantelar nuestros mapas destructivos internalizados y externalizados mediante la adopción de una forma más vivificante de ver el mundo. Para aquellos de nosotros que no somos indígenas, planteo las preguntas que mi tiempo en Standing Rock me ofreció: ¿Nos despertaremos y percibiremos toda la Tierra como sagrada y viva? ¿Nos permitiremos estar desorientados y reorientados por las formas indígenas de ver y ser? ¿Nos uniremos a los pueblos indígenas, al agua y a la Tierra misma para romper el hormigón de la civilización industrial y dar paso a la sanidad y a la descolonización de los territorios?
Katerina Friesen vive en la tierra tradicional de Yokut en Fresno, California. Editó la Guía de estudio para la Coalición del Desmantelamiento de la Doctrina del Descubrimiento, disponible para ordenar o descargar en https://dofdmenno.org/study-guide/.
Aprende mas
Brave Bull Allard, LaDonna. “Why the Founder of Standing Rock Sioux Camp Can’t Forget the Whitestone Massacre.” Yes! Magazine. Disponible en: http://www.yesmagazine.org/people-power/why-the-founder-of-standing-rock-sioux-camp-cant-forget-the-whitestone-massacre-20160903
The Decolonial Atlas—Dakota Access Pipeline Indigenous Protest Map. Disponible en: https://decolonialatlas.wordpress.com/2016/09/07/dakota-access-pipeline-indigenous-protest-map/