Discursos cambiantes sobre el servicio

[Articulos Individuales de la edicion de Intersecciones de primavera del 2017 se publican en este blog cada semana. La edicion completa puede ser encontrada en MCC’s website.]

La noción de servicio ha estado en el corazón de la auto identidad del CCM durante décadas. Sin embargo, al mismo tiempo, el significado del servicio ha cambiado a lo largo la historia de casi un siglo del CCM. O, mejor dicho, la naturaleza del servicio ha sido un punto constante de debate dentro del CCM. En este artículo, trazo los significados cambiantes del servicio a lo largo de la historia del CCM, examinando cómo las personas trabajadoras del CCM han criticado y han redefinido el servicio.

El servicio en las primeras décadas del CCM tenía dos significados principales. El
servicio representaba ante todo un acto de discipulado, una respuesta vivida al
mandamiento de Jesús a sus discípulos de dar comida a los hambrientos y agua a
los sedientos (Mateo 25: 31-46). El servicio, desde este punto de vista, es más o
menos sinónimo de los esfuerzos de ayuda para satisfacer las necesidades humanas básicas. Para muchas personas simpatizantes del CCM hoy, este enfoque del servicio forma su comprensión de la misión del CCM—y, de hecho, a través de la distribución de edredones, paquetes de ayuda humanitaria, carne enlatada y más, una parte vital del servicio del CCM es llegar a Cristo a quien lo encontramos en aquellas personas que tienen hambre y sed.

Un segundo significado principal del servicio en el primer medio siglo del CCM fue el servicio como una alternativa cristiana al servicio militar a través de programas como Civilian Public Service (CPS), Pax and Teachers Abroad Program (TAP). Tal servicio alternativo, a menudo, se entendía como una forma de contribuir al bien del país. Así, por ejemplo, el comité ejecutivo del CCM expresó en una declaración del 16 de septiembre de 1943 que el trabajo de los CPS “tiene significado para los hombres que lo realizan como una expresión de lealtad y amor a su país, y de su deseo de contribuir a su bienestar”.

La década de 1950 vio la aparición de una preocupación que ha repercutido hasta el presente, es decir, la preocupación de que el servicio del CCM corra el riesgo de disociarse del testimonio cristiano. En una consulta de 1958 sobre el trabajo del CCM a la que asistieron las agencias misioneras Menonitas, Hermanos Menonitas y Hermanos en Cristo, el líder de la iglesia Hermanos en Cristo y presidente de la junta directiva del CCM C.N. Hostetter preguntó: “A la luz de la función del CCM como organización de socorro y no como iglesia, ¿no habrá peligro en un énfasis excesivo en el servicio puramente social? Tal peligro existe. Es importante que nuestro ministerio de ayuda ‘En el nombre de Cristo’ sea más que un cliché nominal … A menos que nuestros trabajadores conozcan a Cristo, se entreguen a Cristo como se entregan a otros y sean testigos positivos de Cristo, nuestro programa se queda corto como simple alivio cristiano”.

Esta preocupación sobre la posible separación de “palabra y acción” ha aparecido repetidamente en las décadas siguientes, con la insistencia de que el servicio del CCM se lleva a cabo en nombre de Cristo. En un artículo influyente en 1970 con motivo del quincuagésimo aniversario del CCM, Peter Dyck articuló una “teología del servicio” que resistiría el “enfoque fragmentado” que les asignaba la “misión cristiana” exclusivamente a las juntas de misión anabautistas. El auténtico servicio cristiano, sostenía Dyck, era “la esperanza escatológica hecha visible”, un testimonio en un mundo caído del amor redentor de Dios. Desde un ángulo ligeramente diferente, Susan Classen, una trabajadora del CCM de mucho tiempo en Centroamérica, argumentó en 2003 que, “si el CCM va a continuar en el futuro, necesitaremos enraizarnos en una espiritualidad del servicio”. El servicio, continuó Classen, “no es finalmente un ‘debería’ sino un ‘por lo tanto’, una respuesta al trabajo previo de Dios en nuestras vidas”.

Incluso cuando el servicio en las primeras décadas del CCM se vio como una respuesta unidireccional del discipulado de Estados Unidos y Canadá al resto del mundo, las narrativas dentro del CCM complicaron esta imagen unidireccional. Escribiendo en 1970, el exadministrador de CCM y antiguo líder de la iglesia menonita Robert Kreider describió al CCM como un programa de “educación continua” para menonitas de América del Norte, reflexionando sobre el hecho de que las personas trabajadoras del CCM testificaron cuánto más habían aprendido y recibido durante sus plazos de servicio de lo que habían dado o enseñado. En la década de 1990, el director ejecutivo del CCM, Ron Mathies, amplió el argumento de Kreider al conceptualizar el servicio cristiano como una educación transformadora y retratar al CCM como una “institución educativa”.

La década de 1970 también vio el comienzo del fermento creativo y el replanteamiento dentro del CCM sobre la naturaleza del servicio. Urbane Peachey, entonces secretario ejecutivo de la Sección de Paz del CCM y director de Medio Oriente, escribió un provocativo artículo para la publicación interna del CCM, Intercom, titulado “¿Servicio —Quién lo necesita?”. “Realmente hicimos nuestro mejor esfuerzo para enviar personal calificado que pudiera hacer una contribución necesaria”, escribió Peachey, “pero ahora hay varios países que están interesados en nuestra ayuda, pero no en nuestro personal”.
El CCM debería preguntarse a sí mismo: “¿Quién está pidiendo la relación? ¿Con las necesidades de quiénes es que estamos principalmente preocupados?

¿Estaba el CCM preocupado con la necesidad de los anabautistas de Canadá y EE. UU. de prestar servicio, o con las prioridades auto-identificadas de iglesias y comunidades en los países donde operaba el CCM (que podría no incluir la colocación de personas trabajadoras norteamericanas)? Esas preguntas sobre cuál papel, si alguno, las personas trabajadoras de servicio de Canadá y EE. UU. podrían desempeñar fructíferamente a nivel internacional se hicieron más apremiantes a medida que los países de todo el mundo obtuvieron mayor independencia de las antiguas potencias coloniales, por el surgimiento de una clase profesional y el crecimiento y desarrollo de organizaciones de la sociedad civil en esos países. Este tipo de preguntas también se intensificó a medida que el CCM pasó de la implementación directa del programa a una mayor asociación y acompañamiento de iglesias locales y organizaciones de la sociedad civil.

Durante este período, el servicio comenzó a redefinirse como aprendizaje. Respondiendo al artículo en Intercom de 1976 de Peachey, Atlee Beechy, miembro del comité ejecutivo del CCM, se preguntó si “quizás sea hora de redefinir el significado del servicio, para reconocer más plenamente la dimensión bidireccional del servicio, incluyendo la idea de que aprender de las demás personas es un acto de servicio”. Tal reflexión estuvo acompañada por debates activos dentro del CCM durante las décadas siguientes sobre suposiciones coloniales y racializadas sobre quién está sirviendo a quién y dónde, con algunas visiones de servicio siendo criticadas por sus supuestos implícitos de servicio como una iniciativa unidireccional de los menonitas blancos de herencia europea al resto del mundo. Reflexionando sobre estos debates a fines de la década de 1990, Judy Zimmerman Herr resumió estas preocupaciones en forma de preguntas: “¿El hecho de estar en una postura de dar degrada a aquellos a quienes enviamos nuestra ayuda? . . . ¿Es nuestro servicio realmente una expresión de poder? ¿Cómo evitamos que nuestro servicio se convierta en una actitud de autojustificación?”.

La redefinición del servicio como aprendizaje se cristalizó en una evaluación de 1986 del trabajo del CCM África liderado por Tim Lind. “Las personas africanas han sufrido bajo siglos de palabras y teorías de cambio/desarrollo provenientes del Norte”, observó Lind. “Es en este contexto que el servicio para nosotros hoy significa abandonar todas las cosas buenas y útiles que tenemos que decir en África a favor de una postura de escucha”. Los trabajadores del CCM de Canadá y EE. UU., Lind argumentó, necesitaban pasar a un “segundo plano” y adoptar una postura de “espera”. Desarrollar una visión del servicio como escucha y aprendizaje, reconoció Lind, “les puede parecer menos que emocionante y creativo a algunos, particularmente porque implica un cambio en nuestro pensamiento acerca de nosotros mismos como iniciadores y planificadores de actividades y respuestas a la necesidad. Sin embargo”, continuó, “creemos que esta postura es de hecho altamente creativa, ya que permite espacio y visibilidad a los enfoques de servicio y desarrollo que son diferentes de nuestros enfoques occidentales y que pueden combinarse con nuestros propios enfoques de maneras nuevas y emocionantes”.

Esta reconceptualización en los años setenta y ochenta del servicio como un movimiento multidireccional de escuchar, aprender y compartir ha dado forma a los programas de servicio del CCM hasta el presente. Esta nueva comprensión del servicio se reflejó en el nombre adoptado por CCM cuando inauguró un programa de servicio de once meses para personas jóvenes adultas de Canadá y EE. UU. al resto del mundo: Sirviendo y Aprendiendo Juntos, o SALT (siglas en inglés). [El CCM Canadá también había operado anteriormente un programa de servicio voluntario dentro de Canadá bajo el nombre SALT]. En años posteriores, el programa Sirviendo con los pueblos Apalaches (SWAP, siglas en inglés) cambió su nombre a Compartiendo con los pueblos Apalaches. Mientras tanto, los programas de servicio del CCM han ampliado la comprensión de quién está involucrado en el servicio y dónde. El Programa de Servicio de Verano del CCMEE. UU. y el programa Summerbridge del CCM Canadá han brindado oportunidades para que las personas jóvenes adultas de color presten servicios en sus comunidades locales. La Red de Intercambio anabautista – menonita para jóvenes (YAMEN siglas en inglés), operada en asociación con la Conferencia Mundial Menonita, ofrece oportunidades de servicio de once meses para personas jóvenes adultas fuera de Canadá y EE. UU. a otras partes del Mundo Mayoritario, oportunidades en las cuales la iglesia global comparte los dones de servicio las unas con las otras. Y el Programa de Intercambio Internacional de Voluntarios (IVEP por sus siglas en inglés), establecido inicialmente en 1950 para brindar a los menonitas europeos oportunidades de servicio durante un año en Estados Unidos y Canadá, ahora incluye participantes de más de 25 países. Los contextos más amplios dentro de los cuales se realiza el servicio del CCM están en constante evolución. El aumento de las restricciones a las visas por parte de muchos países, incluyendo Canadá y EE. UU., presenta barreras para los programas de servicio interculturales como los operados por el CCM. Las organizaciones que reciben personas trabajadoras de servicio tienen mayores expectativas de aquellos trabajadores que aportan habilidades profesionales e incluso especializadas. Los significados del servicio dentro del CCM indudablemente continuarán cambiando a medida que el CCM ingresa en su segundo siglo y en tanto que las personas trabajadoras de servicio participen en un discernimiento vigoroso sobre lo que constituye el servicio en el nombre de Cristo.

Alain Epp Weaver es codirector del departamento de Planificación, Aprendizaje y Respuesta a Desastres del CCM.

Aprende más

Classen, Susan. “A Spirituality of Service: Freely Give, Freely Receive.” MCC Occasional Paper, No. 29. January 2003.

Dyck, Peter J. “A Theology of Service.” Mennonite Quarterly Review. 44/3 (July 1970): 262–280.

Fountain, Philip Michael. “Translating Service: An Ethnography of the Mennonite Central Committee.” Ph.D. dissertation, Australian National University, 2011.

Koontz, Ted. “Commitments and Complications in Doing Good.” In Unity amidst Diversity: Mennonite Central Committee at 75. Akron, PA: MCC, 1996.

Kreider, Robert. “The Impact of Service on American Mennonites.” Mennonite Quarterly Review. 44/3 (July 1970): 245–261.

Lind, Tim and Pakisa Tshimika. Sharing Gifts in the Global Family of Faith: One Church’s Experiment. Intercourse, PA: Good Books, 2003.

Malkki, Liisa. The Need to Help: The Domestic Arts of International Humanitarianism. Durham, NC: Duke University Press, 2015.

Mathies, Ronald J.R. “Service as (Trans)formation: MCC As Educational Institution.” In Unity amidst Diversity: Mennonite Central Committee at 75, 69-81. Akron, PA: MCC, 1996.

Schlabach, Gerald. To Bless All Peoples: Serving with Abraham and Jesus. Scottdale, PA: 1991.

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